domingo, 8 de junio de 2014

Enfoques diferentes

El ejercicio reza así:


Escribir un texto cuyo argumento gire entorno a un accidente narrado desde dos testigos diferentes: el conductor de la ambulancia y una vecina.



Entiendo que el ejercicio consiste en narrar un mismo suceso visto por dos personas distintas. Me parece a mí que no está muy bien planteado el tema. Normalmente los conductores de ambulancias no presencian los accidentes. Intentaré ceñirme estrictamente al enunciado y me agarraré pues a la palabra "entorno". Utilizaré como elemento auxiliar un tercer narrador cuasi-omnisciente que pueda leernos las mente de los narradores testigos. En verdad sería un narrador testigo telepático.


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Allí estaba él, inconsciente, tumbado en la camilla de la ambulancia camino del hospital más cercano, echando leches con todo el ruido que es capaz de hacer un artefacto de ese tipo. Le acompañaban el conductor, un médico, un enfermero y una vecina como única persona allegada, ya que no apareció nadie que dijese ser familiar o amigo íntimo. El equipo médico estaba concentrado en su trabajo intentando mantenerlo vivo hasta que pudiesen entregarlo al equipo de urgencias del hospital. Aunque pudiera parecer que el conductor debería estar concentrado en la conducción, lo cierto es que esa labor le era tan rutinaria que prácticamente iba con el automático y su mente podía errar distraída por otros temas. La vecina, a parte de la natural preocupación por un prójimo en trances de morir, en verdad no tenía vinculación emocional con el accidentado. Ambos dos, pues, se entregaron a las conjeturas sobre los motivos y circunstancias del moribundo.

Vecina: ¡Pobre hombre! ¡Cualquiera diría que es un pordiosero! Es increíble lo mal que te deja un porrazo desde un quinto piso ¿Qué le habrá pasado? Con lo guapo que parecía y siempre tan bien vestido. Ya me extrañaba a mi que nunca se le viese con mujeres. Un buen coche, un buen piso, buenos modales ¿será maricón? No, no creo, tampoco se le veía con hombres. Pero ¡qué más da! Desde luego el pobre si se salva va a quedar muy estropeadito. No creo que pueda volver a caminar con normalidad. Sus piernas y brazos parecían de trapo. ¡Y la cara! no hay quien lo reconozca. Si no lo llego a ver caer del balcón no habría sabido quien es. Bueno a lo mejor si por los zapatos ¡Que gusto tiene el jodido vistiendo! Pero no creo que se salve... yo tengo que estar a las diez en casa de mi madre. No creo que se salve. Pobrecito.

Conductor: ¡Otro desgraciado! Este mes llevamos tres y eso que estamos remontando según el gobierno. Si no fuese por la marca de los zapatos, de la ropa y el lugar donde ha caído cualquiera diría que es un mendigo. Pero este debía de tener dinerito ¡Que malo es acostumbrarse a lo bueno! Lo que más grima me da es pensar que yo me cayese por un balcón y no apareciese nadie que respondiera por mi. ¡Nadie! ni un conocido que supiese al menos mi nombre ¡Vaya marrón que le ha caído a la vecina! Para mi que le gustaba y tiene un revolcón la jodida. Con dinero no hay soledad pero cuando te quedas sin blanca...
Va a tener razón mi viejo cuando me decía que hay que invertir en cariño. Bueno, mientras llegamos y descargamos son las nueve y media y un servidor da de mano. Ya está bien por hoy de fiambres.
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No es esto lo que se pedía, puesto que los pensamientos de los personajes no son realmente narración... pero que le den.

domingo, 1 de junio de 2014

Narradores testigos

A partir del siguiente texto estraído de "Diógenes También", en Cuentos de Augusto Monterroso:

En cuanto a tiempo, en cuanto a distancia, lo que se dice el hecho material de transportarse de un lugar a otro en el espacio, era ciertamente muy fácil para P. (como lo llamaba el Director de la escuela cuando, fuertes nudillos, bigote tembloroso, lo reprendía) llegar hasta su casa. Y sin embargo, ¡tan difícil! Y no, no es que fuera débil o enfermo, aparte de una imperceptible y poco molesta deformación craneana era un niño como todos los demás.
Era el ambiente de su casa lo que le disgustaba; el aspecto no diré sombrío pera tampoco agradable de las dos habitaciones; su oscuridad y el fino polvo que lo invadía todo, hasta su nariz, haciéndole consciente la respiración; y algún mal olor indefinible, constante, que flotaba por todos los rincones; todo eso acompañado a (sic) la monótona insistencia de su madre: 'Debes estudiar tus lecciones, debes estudiar, debes', eran motivos suficientes para convertir en difícil y odiosa la simple tarea del regreso.


  1. Diferenciar los enfoques del narrador en el texto.
  2. Continuar brevemente el relato desde otro narrador testigo.

He de confesar que la ubicación del paréntesis aclaratorio de la inicial P. me parece muy desafortunada. Para mi gusto rompe por completo la frase y me cuesta meter en contexto el final de la frase.

No tengo claro que sea un acertado ejemplo de narrador testigo. Casi me parece un narrador omnisciente puesto que se mete en los sentimientos del personaje: le disgustaba, haciéndole consciente, etc.

Punto 1:

Yo diría que se trata de un narrador testigo evocador, puesto que narra la acción en pasado. No se si realmente es posible diferencias enfoques. Aunque habla de un movimiento (la vuelta física a casa), de una descripción (lo sordidez de su casa) y de un protodiálogo (la tabarra de su madre) realmente me parece que todo está siendo descrito desde la memoria (evocaciones) con ligeros aportes de su juicio.

Punto 2:

Esto es lo que dice el informe del psicólogo de la escuela. No me extraña que P. haya decidido hoy no volver a su casa. En lugar de bajar por la calle de los álamos, gira a la izquierda en el primer callejón y se dirige a un vallado que encierra el huerto comunal del barrio. Tras detenerse e inspeccionar ligeramente los alrededores se agacha para pasar un angosto agujero en la valla. Una vez dentro echa a correr a todo trapo entre los pimientos y tomates sin reparar en el daño que está haciendo a las hortalizas de sus vecinos y no para hasta llegar al otro extremo de la cerca. Elevándonos por encima de los tejados vemos que, allá por los alrededores de su casa, deambula su madre gritando su nombre y preguntando a los vecinos que tienen la mala suerte de toparse con ella.