domingo, 12 de abril de 2020

Palada a palada cavamos nuestras propias fosas

No atina a comprender la torpe razón

penas que vienen a la chita callando,

golpes que llegan sin apenas silbar,

tumbas que abrimos sin sudor despacio.

 

¡Qué fácil el corazón se nos salta!

¡Qué rápido descuidamos la guardia

y prestos entregamos nuestras armas

en humillante y total rendición!

 

Atrás quedaron tiempos de héroes

dando sus vidas por los demás.

Atrás se olvidaron las batallas

pagando la dignidad con sangre.

 

Por alargar días mi vida

sin más batallar entrego

aquello que la hace vivible,

la ya muy escasa libertad.

 

Días, semanas, meses, años,

poco tiempo, ¿a qué precio?

Nuestra cobardía será

de los demás el sufrir.

 

Vivir no será vida.

Nacer para morir,

¡Ay! sin pena ni gloria,

hasta el último aliento.

 

Esos nuevos Dioses,

la Tierra e Igualdad, 

inmisericordes

nos aplastarán.

 

Mejor morir

que no vivir.

Mejor morir

que tener miedo.

 

Los esclavos

ni siquiera

dar la vida

ya podemos.

Cerrada
la verja
la vida
se acaba

Solo
queda
este
miedo.

Ya
es
el
Fin.

 

Por no tener principios claros en los que basar nuestras vidas, nos dejamos asustar como ese niño violado por un maestro, cura, entrenador o vecino, que calla su desventura con la burda amenaza del propio violador de contárselo él mismo a sus padres. Los mismos que fabrican y distribuyen los virus y bacterias nos acobardan haciéndonos sentir culpables por la muerte de nuestros mayores con el resultado de arruinar la vida de nuestros menores. Que cada Dios se apiade de sus siervos.

















1 comentario:

  1. Como se ve aquí, para entonces aun creía en los virus patógenos voladores. Mucho se ha aprendido desde entonces.

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