jueves, 12 de febrero de 2015

A solas con sus besos

Hurgando entre los cajones de un viejo disco duro, me he topado con escritos de ya viejas historias de pasión. Entre ellas resalto una por lo bien que ilustra el desconcertante y caprichoso carácter de Cupido.

Asomado a la ventana digital de una de esas plazas pueblerinas que la modernidad llama páginas de citas me crucé con una mujer madura que se escondía tras el nombre de Dama Negra. En el estado de perenne excitación sexual en el que yo me hallaba por aquellos días, el pseudónimo hizo diana en mi curiosidad y puso en marcha toda mi maquinaria de conquista para su apróximación y abordaje.

Conseguí salir con ella y pronto congeniamos gracias a nuestra pasión común por el canto coral. No recuerdo si fue en aquella primera cita o en otra posterior pero el caso es que terminamos en un caraoque donde me lo pasé como un enano. Aquel día descubrí la magia de esos establecimientos donde la gente más variopinta disfruta en comunión unidas por la pasión de cantar. Pudientes enchaquetados, canis jitano-aflamencados, jóvenes analfabetos, talluditos ilustrados, todos vibrando con los compases de un Raphael rejuvenecido o de un Camela algo destemplado.

Mi relación con Dama Negra duró un par de salidas más. En una de ellas salió la política como conversación y al descubrir mi liberalismo saltaron chispas por todas partes. Si quieres quitarte de en medio a una mujer dile que eres liberal. No la volverás a ver más en tu vida. Pero en cualquier caso, aquella noche, tras discutir acaloradamente por ideas políticas terminamos de nuevo en un caraoque y nuevamente surgió la pasión.

Cuando llegué a casa, bastante avanzada la madrugada, no pude hacer otra cosa que ponerme a escribir versillos con mis escasas dotes poéticas y le escribí, con más valor que el Guerra, pues ella era del gremio literario, los siguientes renglones:

A PALOMA
Un servidor

Encerrado en la celda de mis ideas
miro con nostalgia mi recién pasado,
una noche lejana que se pierde difusa
en la cercanía del tiempo prolongado.

Envuelto en la calma de los años
miro tierno y triste el sueño frustrado
de una noche bonita que hierve confusa
en la lejanía del espacio congelado

Palomas de la imaginación
que límites al vuelo no ponéis...
volad raudas en su búsqueda
traedme al menos su voz.

Traedme el eco de su canto
que quiero ser su segunda voz,
que quiero preñarla de sonidos
que quiero dar letra a su canción.

Que quiero arrullar en su entorno
con el buche hinchado de amor
para que ella sea mi Paloma
y yo sea siempre su esclavo cantor.

Nos vimos una o dos veces más, y aunque había una atracción gravitatoria mágica entre nosotros, como si de una pareja de electrón y protón se tratara, la repulsión eléctrica nos mantenía a distancias intergalácticas. 

La última cita en que nos vimos inspiró el pequeño cuento de "El Caballito de Mar" que presenté en una entrada anterior.

Dicen que la atracción entre seres de una misma especie es una cuestión puramente hormonal, química, y aquella experiencia ayuda a que así lo crea. Jamás he sufrido una contradicción interna más fuerte que la vivida con esa mujer.

El caso es que ella me mandó unos versos mucho mejores que los mios y espero no incurrir en ninguna falta grave editándolos aquí. Esos versos no tenían nada que ver conmigo, o eso creo, pero ella decidió compartirlos lo que aprecié en su justa medida. Decían así:

CADENAS AL TIEMPO
Dama Negra

Tan breve fue la noche
que quise apresurarme
tras los segundos que morían
sin sentir apenas su latido.

Y me faltó decencia,
timidez y duda
pues mi cuerpo ya entregué
antes del primer abrazo.

De vuelta a casa,
implacable tu ausencia,
dejé morir las horas
mientras los minutos, desgastados
contemplaban la agonía del día.

Quise aceptar la derrota,
pues no es destino o abandono.

Tan sólo preciso un instante
para ponerle CADENAS AL TIEMPO
si otra vez me encuentra a solas,

a solas... con tus besos.

Cabezón uno, no podía dejar la cosa ahí y rápidamente mis dedos saltaron al teclado a escupir mis impresiones amorosas al papel. El parto alumbró el siguiente aborto poético:

A SOLAS… CON SUS BESOS
Un servidor

Tiempo… tú, vejete implacable que ignoras nuestras súplicas
Que inmutable nos miras en nuestros goces y desdichas
¿No podrías por una vez hacer conmigo una excepción?

Haz de estos minutos una vida. Sin ellos mi vida es un eterno instante
Congela este momento, detén la conciencia, déjame aquí que descanse
Deja que el universo se condense en el breve espacio que nos confina.

Tiempo… Tiempo… tú no caminas, tú huyes, tu no sabes qué es sentir… vivir
Tu desdén es una máscara que oculta tu frustración, tu envidia… tu rencor
por no ser tú quien vive el cielo de estar a solas…. a solas con sus besos.

Y éste es básicamente el relato de una de las historias de amor más bonitas, quizás por lo breve, que he vivido, que no es poco.


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