domingo, 30 de marzo de 2014

El caballito de mar

Caminaba Luís ajeno a cuanto le rodeaba por el parque infantil cuando una voz le distrajo de sus pensamientos.

-Buenas…, perdone que le moleste ¿no es usted el que ayer noche abrazaba a una mujer apoyado en un coche rojo?

Luís se paró, más por costumbre y educación que porque realmente pensase que debía atender a la interpelación de aquel anciano impertinente y chismoso. Tardó unos segundos en reaccionar ante tan extraña injerencia en su privacidad. Que una persona se fije en una pareja jugueteando al amor es comprensible y habitual, pero que nos atrevamos a referírselo a los mismos protagonistas sin justificación ya no es tan frecuente.

-Eh, ¿perdón…?

Fue lo único que atinó a responder intentado dar tiempo a su cerebro para entender la situación.

- Si, ahora le veo mejor, era usted…
- ¿Cómo dice? ¿Era yo…. quién?
- Pues ese…, le recuerdo bien… estaba usted besándola y acariciándola como si de la última vez que fuese a verla se tratara.

-¡Coño! ¡Pero qué es esto!

Creyó decir aunque realmente sólo lo pensó. Luís miró al viejo entre confuso y divertido, acordándose del corto que había rodado recientemente y pensando que aquello podría ser perfectamente una escena del mismo. Sin atinar a decir palabra se giró y continuó su camino. Estaba su mente ocupada pensando en la posibilidad de llegar a viajo en esas condiciones y diciéndose a si mismo… -¡quién sabe si al paso que voy no llegaré a ser un viejo como éste!- cuando volvió a interrumpirle aquella voz..

-Si hijo… llegarás…
- Me voy a c……. ¡pero bueno quién coño se cree usted que es….
- Fíjese y lo sabrá…

Luís le miró a la cara con atención y se quedó congelado mientras veía los rasgos de aquel vejete transmutándose gradualmente en una cara que, sin ser exactamente igual, le recordaba muchísimo a su padre poco antes de acusar el cáncer que acabó con su vida.

-¿Es usted algún pariente que no conozco?

El viejo sonrió y poniendo un gesto de duda le dijo

-¿Pariente….? Si ¿Qué no conozca…..? ¿Quién se conoce a sí mismo?

Luís se quedó mudo tratando de digerir lo absurdo de todo aquello.

-Ahora me dirá usted que es un hermano de mi padre que nunca conocimos…
-Hermano no, pero hijo si
-Ja! Así que eres mi hermano mayor… pero si debe tener usted la edad que tendría mi padre en estos momentos….

El viejo se le quedó mirando fijamente como si estuviese seguro de que Luís llegaría por si mismo a la verdad de todo aquello. Luís paró bruscamente de hablar cuando se percató que de la presilla del pantalón le colgaba un llavero con un caballito de mar muy estropeado pero aún reconocible. Era el mismo caballito de mar que tenía él mismo junto a sus llaves y que le regaló su hija Julia. El mismo, salvo que envejecido 40 años. Levantó lentamente la vista a la cara del anciano y vio en su mirada la misma expresión que el percibía en su interior cuando rememoraba su propio pasado.

-¿Quién eres?
-Ya lo sabes ¿verdad?

El viejo sonrió secamente…

-Compartimos los mismos alelos..

Luís cerró los ojos en señal de cansancio mental y dijo, más para sí mismo que para su interlocutor…

-¡No por Dios! Estoy cansado de todo eso…

-Pues no es nada para lo que te espera…

-¿Lo que me espera?

-Si, lo que te espera. Uno no puede escapar de sí mismo. No puede y dudo que deba.

Luís se terminó de entregar al absurdo de la situación y aceptó que aquel viejo era el mismo 40 años después.

-Dime… ¿Cómo me… te ha ido?

El viejo sonrió tiernamente y le dijo… -¿no querrás que te estropee la película, verdad?

-¡Joder! Si esto es absurdo, es absurdo, no me salgas ahora con cuentos de coherencias y demás sandeces…

-¿Cómo te ha ido a ti hasta ahora? ¿Desde cuando sabes que tu manera de ser te complica algunas cosas y sin embargo has seguido siendo tal y como eres? Es más, yo diría que cada vez te reafirmas más en esa manera de ser… ¿Y te va mal… en general?

Luís sonrió alegremente sintiendo una ráfaga de aire polar en su cerebro….

-Gracias….

Creyó decir… aunque realmente sólo lo pensó.

domingo, 16 de marzo de 2014

Saber de qué se escribe, esa es la cuestión.

Firme escribe el verso claro
que con trazo inteligible
cante al fin lo cognoscible.

Comprensible haz lo raro.
Que lo obtuso sea entendible
Lo inabarcable medible.

Ya que crees lo imaginable,
y ves lo identificable
no seas con tu pluma avaro.


martes, 11 de marzo de 2014

La mujer perfecta

- Perdone, creo que se le ha caído esto
Ah! si, es una foto de mi última mujer, gracias.
- Veo que pertenecemos al club de los reincidentes. Yo también me he casado, y divorciado, dos veces.

El hombre se me quedó mirando fijo con una sonrisa que no encajaba con la expresión de sus ojos, fijos en mí, aunque sin dureza, como siento yo los míos cuando hago algún cálculo difícil. No tenía claro si le había sentado mal el comentario o no.

- Perdone mi poco tacto. Piensa el ladrón que todos son de su condición. Dije pensando que no hace mucho tiempo su comentario habría sido relacionado antes con algún tipo de desgracia natural que con un fracaso de pareja.

- ¿Por qué dice eso?. Me dijo a la vez que enternecía aun más su sonrisa.

- Bueno, entendí por ese "última" que usted se habría casado más de una vez, lo que no me da derecho a pensar que fuese por divorcio.

- De todo ha habido, pero lo que abunda es efectivamente el divorcio y casi todos por mi iniciativa.

Ahora era yo el que trataba de sonreír y aparentar normalidad, sin mucho éxito, según sentía mi cara desde dentro.


- ¿Perdone? Imagino que me lo tengo merecido por bocazas. Se está usted quedando conmigo ¿no?

- ¡No! Nada más lejos de mi intención. Se que es difícil de entender pero un servidor ha estado casado seis veces.

-¡Seis... veces! Está de coña ¿no?

- Pues no. Nací con el don de las mujeres. No he conocido ninguna que haya podido resistirseme. Unas han tardado más que otras, pero al final todas terminaron conmigo. Cuando era un jovenzuelo exploté ese don para satisfacer mi vanidad de macho. Quería dejar a Don Giovanni a la altura de un zapato y machacar ese "Ma in Spagna son gia mille e tre". Pero llegó un momento en que cazar dejó de ser divertido y deshacerse de la caza se convirtió en un infierno.

No quería bajar la guardia y aceptar sus palabras sin recelo pero me costaba la propia vida. Desde luego tenía capacidad de convencer. Me resultaba fácil entender por qué a las mujeres les parecería irresistible. La conjunción de mirada, movimientos y voz era narcótica. Sin darme cuenta me vi aceptando todo lo que me contaba sin cuestionarme su veracidad. ¡Qué digo veracidad! ni siquiera su verosimilitud.

- Llegó un momento que decidí dedicarme a una sola mujer. La mayoría de los hombres se dedican a una sola mujer, si tienen suerte, por imposibilidad de encontrar más de una. Los que no tenemos esa limitación lo hacemos para huir del resto de las mujeres. Nos encerramos en la osera, con la esperanza de que el oso espante al resto de las bestias del bosque.

- Imagino que el secreto radicará en encontrar la fiera que no termine deborándote en la tranquilidad de su guarida.

- Así es. Veo que algo has aprendido de tu corta experiencia matrimonial. Dijo mientras sonreía despreocupadamente mirando por la ventana.

Sin darme cuenta recogí su velada invitación a prescindir de las formalidades y empecé también a tutearle. ¡Con qué naturalidad cambió el tratamiento sin caer en las torpes fórmulas que el resto de los mortales solemos usar! - ¿Le importa que le hable de tu? ¿por favor no me hables de usted que aun soy joven?. Después de haber alternado "tus" y "ustedes" incluso en una misma frase.

- Para mi desgracia ese secreto sigue sin desvelarse. Yo creí que había dado con la tecla. Pensé que la clave estaba en la belleza. Una mujer bella, a la vez que te atrae y agrada, espanta al resto de mujeres que se sienten comparadas y mal paradas. Pero el problema está en la propia belleza.

- ¿De todo se harta uno? apunté simplonamente

- No. No es eso sino que nada viene solo. La belleza pura no existe, siempre está tocada por otras cualidades. Mis primeros cinco intentos no fueron más que diferentes ensayos para encontrar la belleza perfecta: mi primera mujer era hermosa, la segunda primorosa, la tercera bonita, la cuarta atractiva y la quinta encantadora.

Ya no me atreví a hacer ningún comentario más. Sentía que no estaba a su altura y que mejor hacía escuchando y aprendiendo. Posiblemente todo eso no era más que un cuento, pero un cuento muy interesante al fin. No en vano esa ha sido siempre la finalidad de los cuentos: ilustrarnos sobre cosas interesantes que nos conviene aprender.

Si bien no dije nada, mi cara lo expresaba todo. El se rió un poco, con amabilidad, y continuó con su relato.

- Pues si. La primera la busqué hermosa. Grandiosamente bella. La hermosura es la superlación de lo bello. Si tenía la fórmula del remedio, ¿por qué no aplicarla con toda su intensidad?. Pero el alma humana no resiste fuertes emociones mantenidas. Se gripa, se fatiga. Una luz intensa y duradera nos termina quemando los ojos, provocandonos una dolorosa ceguera. Lo hermoso ha de ser efímero. Su fuerza nos marchita y nos hace odiarlo.

Se quedó inmóvil, mirando atentamente el trozo de pared que mi cara le tapaba. Me sentía transparente, en otra habitación. Después de un rato, enfocó su mirada en mis ojos y continuó.

- Por eso busqué la segunda primorosa, delicadamente bella. A modo de cura homeopática, apliqué al mal su misma sustancia pero en dosis livianas. Un emplasto de belleza suave y delicada que enfriase el escozor de mi primer fracaso. Al principio sentí alivio. Su belleza me inspiraba ternura y me provocaba la sonrisa. Pero lo delicado exige cuidado y el cuidado crea tensión. Tensión de los nervios, que es más agotadora que la de los músculos. Lo sutil no da respiro y uno termino por ahogarse. No lo pude soportar.

Me miró curioso y me preguntó.

- ¿Qué piensas?

Ni siquiera sabía lo que pensaba. Sentía mi sonrisa acartonada, congelada, y los ojos, poco a poco, iban conformándose en una expresión de tristeza. No pude constestar

- Habida cuenta de que los extremos habían fallado, busqué la solución en el equilibrio, así que me puse a la caza y captura de una mujer bonita, es decir proporcionalmente bella. Lo bonito es equilibrado y proporcionado. Ajustado a su entorno. Eso es lo que yo necesitaba, que su belleza se acomodase a mi persona y mis circunstancias. La encontré.

- Pero no funcionó ¿no? - Dije sintiéndome Sherlock puesto que si no solo habría habido tres mujeres. Pero rápidamente me hice todo Watson y, nublándoseme la cara, corregí. 

- Salvo que... Me acordé que no todas ellas se fueron por la vía civil. Él pareció entender mi turbación y rápidamente aclaró

- Efectivamente, no funcionó. La dejé también.

- Pero ¿por qué?

- Porque el equilibrio es temporal. Era bonita cuando la encontré, pero su proporcionalidad se desmoronó con mis cambios. Lo que al prinicipo encajaba de maravilla luego se volvió todo aristas y esquinas vivas. Pero no me dí por vencido. Analicé el problema y llegué a la conclusión que estaba basándome exclusivamente en las propiedades de la mujer deseada, lo amado. El quid debía estar en el vínculo entre amado y amante.

- ¡Claro! por eso la cuarta era atractiva.

- Exactamente. La cuarta la busqué de otra manera. No me fijé en las que me parecían bellas, que de suyo, llaman la atención, sino en las que sin saber por qué me atraían. Muchas eran por raras, otras sencillamente por feas, o por su mal gusto, su descaro. Todas ellas dejaron de interesarme con el tiempo. Pero a veces nos topamos con personas que siguen atrayéndonos y nunca llegamos a saber por qué. Yo encontré  a una y me casé con ella. Esperé varios años para estar seguro de que no era un asunto pasajero. Tengo que admitir que aun hoy me sigue atrayendo. Según eso, es la mujer más atractiva que jamás he conocido.

- Y ¿qué pasó?. Ya no me atrevía a aventurar ninguna salida.

- ¿Has vivido alguna vez en una casa inclinada? ¿Te imaginas lo que sería sentir continuamente la fuerza de un imán sobre ti? Los hombres necesitamos desconectar de las cosas, tener diferentes parcelas estancas en las que hacer cosas distintas. Una mujer tan atractiva es la peor de las adicciones que puedes sufrir. Tuve que desengancharme.

Empezaba a sentir alivio de no ser tan irresistible para las mujeres. No podía ni sospechar de lo que me estaba librando.

- El problema era que esa atracción no nublaba mi conciencia. Es como la comida, que nos esclaviza pero no nos atonta. Así, razoné y llegué a la solución trágica de la bebida, de las drogas. Necesitaba un tipo de atracción oculta, necesitaba un encantamiento.

- La quinta. Encantadora.

- Eso es. La belleza que te absorbe sin que tu te des cuenta. La lástima es que no recuerdo nada. Solo se que estaba en la gloria, pero no se por qué. Al final se aburrió de mi y se fue. Es el único divorcio que no busqué yo mismo.

- ¿Y la sesta? En ese momento me vino a la cabeza que solo las cinco primeras entraban en el capítulo de la búsqueda de la mujer perfecta por la belleza y no pude evitar el chiste fácil y dije riéndome.

-¿Más fea que Picio?

Bajó la mirada y con una sonrisa triste dijo para sí mismo.

- No. La mujer más buena que jamás he conocido. Con ella hubiese bajado a los infiernos si las circunstancias lo exigiesen.

Se me cayó el alma al suelo y balbuceando pregunté.

- Pero, pero ¿qué pasó?

- Murió.



 


domingo, 9 de marzo de 2014

Ronroneos a mi alrededor

¡Concéntrate Luis, concéntrate! El tiempo se va y necesitas exprimirlo.
¡Ah! ¿Por qué me costará tanto creerme mis propias palabras?
¿Qué daría por tener las tragaderas de un niño?
¡Si al menos no oyese ese ruido de fondo!
No puedo dejar de pensar en ese maldito rumor que lo inunda todo.
Se que el murmullo no es más que la suma de muchos susurros y que los susurros no son conspiración. Pero ¿quién acalla a los enemigos que habitan en mi cabeza? Yo los alimento y ellos me atormentan. Susurros, murmullo, rumor. Es la secuencia lógica de los ruidos del alma insegura. Del alma de quien piensa que los demás la ven como ella se ve a si misma.
¡Como si los demás no tuviesen sus propios crujidos que los atormentan!

Presentando al ganso

No se ofenda, pero si está usted leyendo esto es que no está bien asesorado en materia literaria. Las bibliotecas están llenas de maravillas que merecen mucho más su atención y cariño. Pero ya que está, no seré desagradecido y le confesaré que me encanta tenerle ahí.
¿De qué va este blog? Pues sencillamente como banco de trabajo para mi afición a la escritura. Cuando digo afición, no digo don, genio, ni nada parecido. Lo poco de bueno que puedan tener mis renglones se lo debo única y exclusivamente a mi tozudo empeño por aprender a escribir. En la familia Curie yo no estaría entre las madames, sino entre los monsieurs, moliendo pechblenda.
Es improbable, pero posible, que ya conozca mi otro blog, El mundo de Freeliberto, que también justifiqué, en parte, por mi afición a la escritura. Pero ese blog está destinado a la transmisión escrita de ideas que tienen que ver con la libertad, tal y como la entiendo yo. Cuando escribo en él, me empuja las ganas de transmitir conceptos, no de jugar con el lenguaje. Este que aquí empieza es un espacio de ensayo para mis escasas dotes literarias.
¿Que podría hacer esto en casa sin molestar al personal y ponerme en evidencia? ¡Ah! Esta es la tragedia del exhibicionista. No podemos cometer nuestros pecadillos sin contarlos a todo el barrio. No tengo otra explicación mejor.
Hace mucho tiempo, en la corta escala de la vida humana, adquirí por recomendación de un compañero de enseñanza en un instituto de la provincia de Cádiz (España) una colección de Salvat titulada Taller de Escritura. La colección me ha acompañado por varios hogares, impregnándose del polvo de cada uno de ellos, esperando pacientemente a que yo le dedicase parte de mi atención y creo que ya ha llegado ese momento. Así que trataré de plasmar en este espacio los ejercicios que me vaya proponiendo.
Sin más se despide de usted, sin grandes esperanzas de volverlo a ver por estos lares, el ganso de la pluma. Un fuerte abrazo.