Caminaba Luís ajeno a cuanto le rodeaba por el parque infantil cuando una voz le distrajo de sus pensamientos.
-Buenas…, perdone que le moleste ¿no es usted el que ayer noche abrazaba a una mujer apoyado en un coche rojo?
Luís
se paró, más por costumbre y educación que porque realmente pensase que
debía atender a la interpelación de aquel anciano impertinente y
chismoso. Tardó unos segundos en reaccionar ante tan extraña injerencia
en su privacidad. Que una persona se fije en una pareja jugueteando al
amor es comprensible y habitual, pero que nos atrevamos a referírselo a
los mismos protagonistas sin justificación ya no es tan frecuente.
-Eh, ¿perdón…?
Fue lo único que atinó a responder intentado dar tiempo a su cerebro para entender la situación.
- Si, ahora le veo mejor, era usted…
- ¿Cómo dice? ¿Era yo…. quién?
- Pues ese…, le recuerdo bien… estaba usted besándola y acariciándola como si de la última vez que fuese a verla se tratara.
-¡Coño! ¡Pero qué es esto!
Creyó
decir aunque realmente sólo lo pensó. Luís miró al viejo entre confuso y
divertido, acordándose del corto que había rodado recientemente y
pensando que aquello podría ser perfectamente una escena del mismo. Sin
atinar a decir palabra se giró y continuó su camino. Estaba su mente
ocupada pensando en la posibilidad de llegar a viajo en esas condiciones
y diciéndose a si mismo… -¡quién sabe si al paso que voy no llegaré a
ser un viejo como éste!- cuando volvió a interrumpirle aquella voz..
-Si hijo… llegarás…
- Me voy a c……. ¡pero bueno quién coño se cree usted que es….
- Fíjese y lo sabrá…
Luís
le miró a la cara con atención y se quedó congelado mientras veía los
rasgos de aquel vejete transmutándose gradualmente en una cara que, sin
ser exactamente igual, le recordaba muchísimo a su padre poco antes de
acusar el cáncer que acabó con su vida.
-¿Es usted algún pariente que no conozco?
El viejo sonrió y poniendo un gesto de duda le dijo
-¿Pariente….? Si ¿Qué no conozca…..? ¿Quién se conoce a sí mismo?
Luís se quedó mudo tratando de digerir lo absurdo de todo aquello.
-Ahora me dirá usted que es un hermano de mi padre que nunca conocimos…
-Hermano no, pero hijo si
-Ja! Así que eres mi hermano mayor… pero si debe tener usted la edad que tendría mi padre en estos momentos….
El
viejo se le quedó mirando fijamente como si estuviese seguro de que
Luís llegaría por si mismo a la verdad de todo aquello. Luís paró
bruscamente de hablar cuando se percató que de la presilla del pantalón
le colgaba un llavero con un caballito de mar muy estropeado pero aún
reconocible. Era el mismo caballito de mar que tenía él mismo junto a
sus llaves y que le regaló su hija Julia. El mismo, salvo que envejecido
40 años. Levantó lentamente la vista a la cara del anciano y vio en su
mirada la misma expresión que el percibía en su interior cuando
rememoraba su propio pasado.
-¿Quién eres?
-Ya lo sabes ¿verdad?
El viejo sonrió secamente…
-Compartimos los mismos alelos..
Luís cerró los ojos en señal de cansancio mental y dijo, más para sí mismo que para su interlocutor…
-¡No por Dios! Estoy cansado de todo eso…
-Pues no es nada para lo que te espera…
-¿Lo que me espera?
-Si, lo que te espera. Uno no puede escapar de sí mismo. No puede y dudo que deba.
Luís se terminó de entregar al absurdo de la situación y aceptó que aquel viejo era el mismo 40 años después.
-Dime… ¿Cómo me… te ha ido?
El viejo sonrió tiernamente y le dijo… -¿no querrás que te estropee la película, verdad?
-¡Joder! Si esto es absurdo, es absurdo, no me salgas ahora con cuentos de coherencias y demás sandeces…
-¿Cómo
te ha ido a ti hasta ahora? ¿Desde cuando sabes que tu manera de ser te
complica algunas cosas y sin embargo has seguido siendo tal y como
eres? Es más, yo diría que cada vez te reafirmas más en esa manera de
ser… ¿Y te va mal… en general?
Luís sonrió alegremente sintiendo una ráfaga de aire polar en su cerebro….
-Gracias….
Creyó decir… aunque realmente sólo lo pensó.