¡Concéntrate Luis, concéntrate! El tiempo se va y necesitas exprimirlo.
¡Ah! ¿Por qué me costará tanto creerme mis propias palabras?
¿Qué daría por tener las tragaderas de un niño?
¡Si al menos no oyese ese ruido de fondo!
No puedo dejar de pensar en ese maldito rumor que lo inunda todo.
Se que el murmullo no es más que la suma de muchos susurros y que los susurros no son conspiración. Pero ¿quién acalla a los enemigos que habitan en mi cabeza? Yo los alimento y ellos me atormentan. Susurros, murmullo, rumor. Es la secuencia lógica de los ruidos del alma insegura. Del alma de quien piensa que los demás la ven como ella se ve a si misma.
¡Como si los demás no tuviesen sus propios crujidos que los atormentan!
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