¿Qué tienen en común una escopeta y un paraguas? La lluvia. Si, el paraguas sirve para protegernos de la lluvia propiamente dicha. El agua que precipita de las nubes. La escopeta sirve para cazar lanzando a la presa una lluvia de perdigones. El paraguas la recibe, la para. La escopeta la expulsa.
El agua es buena, necesaria y el paraguas nos separa de ella, porque lo bueno no es siempre bien recibido. El plomo, especialmente a altas velocidades, es mortal y la escopeta nos empapa de él. La muerte nos aterra pero vivir es matar a otros. Si realmente hubiese existido un Creador Benévolo, habría dividido la materia orgánica en comida y comedores. Los primeros solo serían felices en bocas de los segundos. Pero el azar no sabe de sutilezas y todos somos comida y comedores a la vez. Para morir, la muerte solo nos tiene que visitar una vez. Para vivir la llamamos a diario. Morir es solo el último acto de nuestra vida. Tras él, de nada sirven la escopeta ni el paraguas.
miércoles, 30 de abril de 2014
viernes, 18 de abril de 2014
Descifrando el mensaje
¿Qué diantres querría decir este texto?
Se trataba de un trozo arrugado de papel escrito a mano muy mojado y con la mayor parte del texto ilegible. Lo cierto es que no podía estar más aburrido esperando el tren en aquel nudo ferroviario. Dos horas y media para hacer transbordo, así que decidí ver si era capaz de reconstruir el texto con las escasas pistas que quedaban.
Veamos ¿qué quiere decir "como"? ¿Es un verbo, una conjunción, un adverbio o una preposición? Pensemos ¿Cuántos verbos tenemos? había, impersonal, primera o tercera persona; como, primera persona; preguntó, tercera persona; e inventó, tercera persona. Si "como" no fuese un verbo todos los verbos podrían estar en tercera persona lo que le daría bastante homogeneidad al texto.Veamos las otras posibilidades.
¿Podría ser una preposición? Empezar una frase con una preposición no es imposible pero supondría un destello de lirismo aparentemente ausente en el resto del texto. Además la preposición como significa en calidad de y no se cómo puede eso encajar con a las once y cuarto. Para colmo dos preposición seguidas son bastante poco frecuentes en español. Descartamos preposición.
¿Una conjunción? con un subjuntivo podría ser una condición cuya apódosis fuese una amenaza. Algo así como "Como a las once menos cuarto no esté en la oficina, la empresa lo despedirá". Podría ser ¿por qué no? Pero también podría ser una conjunción causal: Como a las once menos cuarto todavía no había llegado al andén, perdió el tren, Me inclino por esta última.
Pero también podría ser un adverbio. Si fuese un adverbio de a las once y cuarto significaría apróximadamente a las once y cuarto. O un adverbio del verbo que siga a a las once y cuarto. Algo así como según llegase, o así como vio al hombre, pero ambos casos implican la definición de un momento a través de un suceso lo que hace tremendamente redundante la especificación de la hora exacta. No, eso no puede ser. O mejor, eso no debería ser. ¡A saber cómo escribe el fulano! De ser una abverbio me quedaría con la primera posibilidad, pero probaré con una conjunción.
Bueno, intentar intercalar palabras para que el texto cobre sentido no creo que sea muy difícil pero respetar la distancia entre ellas rellenando los espacios es otra cosa. Vamos allá.
¡Objetivo cumplido! Pero todavía me quedan tres cuartos de hora de espera y dos más de viaje ¿Seré capaz de encajar otra historia totalmente diferente?
¡Ya está! Ahora a dormir un poquito.
Se trataba de un trozo arrugado de papel escrito a mano muy mojado y con la mayor parte del texto ilegible. Lo cierto es que no podía estar más aburrido esperando el tren en aquel nudo ferroviario. Dos horas y media para hacer transbordo, así que decidí ver si era capaz de reconstruir el texto con las escasas pistas que quedaban.
Veamos ¿qué quiere decir "como"? ¿Es un verbo, una conjunción, un adverbio o una preposición? Pensemos ¿Cuántos verbos tenemos? había, impersonal, primera o tercera persona; como, primera persona; preguntó, tercera persona; e inventó, tercera persona. Si "como" no fuese un verbo todos los verbos podrían estar en tercera persona lo que le daría bastante homogeneidad al texto.Veamos las otras posibilidades.
¿Podría ser una preposición? Empezar una frase con una preposición no es imposible pero supondría un destello de lirismo aparentemente ausente en el resto del texto. Además la preposición como significa en calidad de y no se cómo puede eso encajar con a las once y cuarto. Para colmo dos preposición seguidas son bastante poco frecuentes en español. Descartamos preposición.
¿Una conjunción? con un subjuntivo podría ser una condición cuya apódosis fuese una amenaza. Algo así como "Como a las once menos cuarto no esté en la oficina, la empresa lo despedirá". Podría ser ¿por qué no? Pero también podría ser una conjunción causal: Como a las once menos cuarto todavía no había llegado al andén, perdió el tren, Me inclino por esta última.
Pero también podría ser un adverbio. Si fuese un adverbio de a las once y cuarto significaría apróximadamente a las once y cuarto. O un adverbio del verbo que siga a a las once y cuarto. Algo así como según llegase, o así como vio al hombre, pero ambos casos implican la definición de un momento a través de un suceso lo que hace tremendamente redundante la especificación de la hora exacta. No, eso no puede ser. O mejor, eso no debería ser. ¡A saber cómo escribe el fulano! De ser una abverbio me quedaría con la primera posibilidad, pero probaré con una conjunción.
Bueno, intentar intercalar palabras para que el texto cobre sentido no creo que sea muy difícil pero respetar la distancia entre ellas rellenando los espacios es otra cosa. Vamos allá.
¡Objetivo cumplido! Pero todavía me quedan tres cuartos de hora de espera y dos más de viaje ¿Seré capaz de encajar otra historia totalmente diferente?
¡Ya está! Ahora a dormir un poquito.
domingo, 13 de abril de 2014
La carta
Amanda tenía apenas ocho años pero ya era una ávida lectora, a su manera. Leía todo lo que caía en sus manos y no solo repetía en su cabeza o con su lengua los fonemas que se iba encontrando sino que pensaba y elaboraba significados, no siempre ajustados a la intención del escritor. Esta afición por la lectura la hacía solitaria, pues los demás niños no la entendían: ¡le gusta las cosas de los mayores! ¡qué aburrido! Debía ser un bicho raro, sin duda.
Amanda, en sus rastreos solitarios en busca de una presa que leer, se encontró con una vieja carta, escrita con una letra bellísima y sin ningún tachón. Era tan bonita su caligrafía y presentación que no pudo contener el deseo de guardársela para ella y esconderla con sus tesoros.
Una tarde, cuando apenas había nadie en la casa, se atrevió a sacar la carta y leerla. Decía así:
Querida Amanda:
Te escribo esta carta con las postreras fuerzas de mi aliento, pues siento que el Señor me llama a su vera y aquí ya no soy de menester. Te preguntarás que cómo sabía que ibas a encontrar la carta sin saber yo de tu existencia. Muy sencillo, no lo sé, pero creo que cada vez que arrojamos un guijarro al universo, las pequeñas olas que levanta alteran su destino y, a veces, deseando podemos dar luz a lo deseado.
Las mujeres no tenemos la suerte de nuestros varones, que a lomos de sus monturas o en carrozas pueden viajar por esos mundos y conocer maravillas, bien al vivirlas ellos mismos, bien al oírlas narrar a gentes extrañas. Pero si te cae en dicha, como a una servidora, nacer entre muros de palacios, podrás escaparte por las ventanas más grandes que jamás se hayan construido - los libros - y viajar por el más rápido y cómodo de los caminos - la lectura. De la realidad solo percibimos una diminuta parte. Una buena biblioteca condensa lo mejor de las percepciones que los humanos más capaces han tenido. A veces pienso que no hay vida más vacía que la del que se dedica en cuerpo y alma a vivir.
Te escribo esta carta para advertirte del gélido vacío de la vida sensual. Los sentidos son fuentes de placer y martirio pero así como la mente espolea lo primero, también mitiga lo segundo. El miedo y el dolor menguan con el saber. El gusto se afina con él.
Entre estos muros ricamente vestidos con tapices lo fácil es entregarse a Baco y Eros y acabar tus días horrorizada por los estragos de Cronos, que con su fuerza ara nuestra piel y con su hoz nos castra la fortaleza. Pero por suerte, igual de fácil es dedicar gran parte de tu tiempo a adornar tus entendederas, fortalecer tu raciocinio, agilizar tu imaginación, porque entre estos muros además de bodegas, salas de danza y ministriles hay librerías, rincones silenciosos y maestros.
Porque se que entre nosotros son mayoría los que de palabra elogian y recomiendan el estudio pero sus hechos y ejemplo nos hablan solo de vacua diversión, reservándose, si acaso, para lo excelso solo como contemplador, te escribo esta carta con la esperanza de que ilumine para ti la vereda que te guiará al mayor de los tesoros que alberga el Universo: el conocimiento.
Tuya para siempre, Amanda.
Amanda apenas entendió nada de su contenido pero las palabras le sonaron a revelación divina que anunciaba la venida de grandes acontecimientos. Su casa no era un castillo pero si tenía una gran biblioteca, lo que según su madre resultaba un lujo demasiado caro. Por lo visto a los libros se los come el polvo y eso cuesta mucho dinero evitarlo. Además, cuando hay que mudarse nada estorba más que una buena colección de libros. El saber no solo ocupa lugar sino que además pesa.
Amanda no sabía si preguntarle a su madre qué quería decir la carta, porque no estaba segura de que en verdad fuese para ella. Su madre también se llamaba Amanda. Y su abuela materna ¿Serían todas las mujeres de la familia de su madre Amandas?
Un día, cuando la curiosidad ya le estaba matando, Amanda se armó de valor y le enseñó la carta a su madre.
- ¡Ajáh! Conque la tenías tú, pillina.
- Si, Mami, me la encontré en... dudó un instante por no confesar que estaba hurgando entre sus cosas.
- Se perfectamente dónde te la encontraste, porque yo la dejé allí para que lo hicieses.
- ¿De verdad, Mami?
- Si. Es ya una tradición familiar desde que la tataranosequéabuela Amanda la escribiese. Ahora ya es tuya y a partir de ahora es tu responsabilidad que esa carta siga dando frutos.
Amanda, en sus rastreos solitarios en busca de una presa que leer, se encontró con una vieja carta, escrita con una letra bellísima y sin ningún tachón. Era tan bonita su caligrafía y presentación que no pudo contener el deseo de guardársela para ella y esconderla con sus tesoros.
Una tarde, cuando apenas había nadie en la casa, se atrevió a sacar la carta y leerla. Decía así:
Querida Amanda:
Te escribo esta carta con las postreras fuerzas de mi aliento, pues siento que el Señor me llama a su vera y aquí ya no soy de menester. Te preguntarás que cómo sabía que ibas a encontrar la carta sin saber yo de tu existencia. Muy sencillo, no lo sé, pero creo que cada vez que arrojamos un guijarro al universo, las pequeñas olas que levanta alteran su destino y, a veces, deseando podemos dar luz a lo deseado.
Las mujeres no tenemos la suerte de nuestros varones, que a lomos de sus monturas o en carrozas pueden viajar por esos mundos y conocer maravillas, bien al vivirlas ellos mismos, bien al oírlas narrar a gentes extrañas. Pero si te cae en dicha, como a una servidora, nacer entre muros de palacios, podrás escaparte por las ventanas más grandes que jamás se hayan construido - los libros - y viajar por el más rápido y cómodo de los caminos - la lectura. De la realidad solo percibimos una diminuta parte. Una buena biblioteca condensa lo mejor de las percepciones que los humanos más capaces han tenido. A veces pienso que no hay vida más vacía que la del que se dedica en cuerpo y alma a vivir.
Te escribo esta carta para advertirte del gélido vacío de la vida sensual. Los sentidos son fuentes de placer y martirio pero así como la mente espolea lo primero, también mitiga lo segundo. El miedo y el dolor menguan con el saber. El gusto se afina con él.
Entre estos muros ricamente vestidos con tapices lo fácil es entregarse a Baco y Eros y acabar tus días horrorizada por los estragos de Cronos, que con su fuerza ara nuestra piel y con su hoz nos castra la fortaleza. Pero por suerte, igual de fácil es dedicar gran parte de tu tiempo a adornar tus entendederas, fortalecer tu raciocinio, agilizar tu imaginación, porque entre estos muros además de bodegas, salas de danza y ministriles hay librerías, rincones silenciosos y maestros.
Porque se que entre nosotros son mayoría los que de palabra elogian y recomiendan el estudio pero sus hechos y ejemplo nos hablan solo de vacua diversión, reservándose, si acaso, para lo excelso solo como contemplador, te escribo esta carta con la esperanza de que ilumine para ti la vereda que te guiará al mayor de los tesoros que alberga el Universo: el conocimiento.
Tuya para siempre, Amanda.
Amanda apenas entendió nada de su contenido pero las palabras le sonaron a revelación divina que anunciaba la venida de grandes acontecimientos. Su casa no era un castillo pero si tenía una gran biblioteca, lo que según su madre resultaba un lujo demasiado caro. Por lo visto a los libros se los come el polvo y eso cuesta mucho dinero evitarlo. Además, cuando hay que mudarse nada estorba más que una buena colección de libros. El saber no solo ocupa lugar sino que además pesa.
Amanda no sabía si preguntarle a su madre qué quería decir la carta, porque no estaba segura de que en verdad fuese para ella. Su madre también se llamaba Amanda. Y su abuela materna ¿Serían todas las mujeres de la familia de su madre Amandas?
Un día, cuando la curiosidad ya le estaba matando, Amanda se armó de valor y le enseñó la carta a su madre.
- ¡Ajáh! Conque la tenías tú, pillina.
- Si, Mami, me la encontré en... dudó un instante por no confesar que estaba hurgando entre sus cosas.
- Se perfectamente dónde te la encontraste, porque yo la dejé allí para que lo hicieses.
- ¿De verdad, Mami?
- Si. Es ya una tradición familiar desde que la tataranosequéabuela Amanda la escribiese. Ahora ya es tuya y a partir de ahora es tu responsabilidad que esa carta siga dando frutos.
¿Responsabilidad? ¿Frutos? ¿Una carta? Amanda se quedó más desconcertada que antes de la conversación pero al menos una cosa le había quedado claro: la carta ya era suya.
martes, 8 de abril de 2014
Kitsch, puro kitsch
- ¿Cuándo dices que escribiste esto? me preguntó el maestro.
- Pues no me acuerdo bien, fue recién separado de mi segunda mujer, creo. Pero lo cierto es que no sabría decirte el año en que me casé con ella. Se que fue en primavera y que me separé en enero del año siguiente. ¡Espera! lo mandé por e-mail a una amiga un tiempo después y ésta me lo reenvió el otro día, por eso lo he publicado..., deja que mire, eehh. Si, en mayo del 2008. Bueno, debió ser entre febrero y marzo de ese año ¿Qué opina? - se me escapó poniendo cara de habérseme disparado una pistola sin querer.
Me miró con una sonrisa socarrona, fingiendo simular de broma un reproche que solo mi edad y el dinero que le pagaba por sus consejos impedían que materializara con toda crudeza.
- Pues - se quedó silbando la ese con los dientes cerrados, la lengua apoyada en los inferiores, sin atreverse a decir lo que pensaba.
- ¿Puro kitsch? apunté tímidamente tratando de aliviar el mazazo siendo yo el que me lo propinaba.
-¿Qué sabes sobre el kitsch? me preguntó rápidamente cambiando completamente la expresión de su cara y el tono de voz.
- Poco, lo que le leí hace tiempo a Umberto Eco en uno de sus ensayos. La Estructura del Mal Gusto, en Apocalípticos e Integrados ¿Sensaciones enlatadas?
- Cierto, buena definición, conozco la obra. Analicemos el texto ¿Cuál es el mejor ejemplo de kitsch que encuentras ahora, seis años después?
- Pues me costaría trabajo decirlo, por la abundancia de candidatos al premio. Pero creo que se lleva la palma cuando dice que el viejo es él mismo cuarenta años después.
- ¡Exacto! ¿Por qué?
- Porque se lo pone fácil al lector, a la vez que le niega el placer de descubrirlo por él mismo.
-¡Bien! ¿Cómo lo enmendarías?
- No se. A ver... Creo que sencillamente quitaría esa frase. Lo dejaría en algo así como: Luís terminó entregándose y preguntó - Dime… ¿Cómo me… te ha ido?
- ¡Bueno! Desde luego me parece una mejoría ¿Qué has pretendido con ese cambio?
- Pues, pare empezar la historia tiene que provocar en el lector la imagen de una situación absurda, no decirla. Si es absurdo se debe ver por el contexto. Con el desliz del pronombre en la pregunta ya va implícita la idea de que Luis cree que el viejo es él mismo años después. La corrección y el verbo entregarse denotan que es consciente de lo absurdo de la situación. ¡Vamos! me parece a mí.
- Creo que vas bien. Sigue.
- Pues no me acuerdo bien, fue recién separado de mi segunda mujer, creo. Pero lo cierto es que no sabría decirte el año en que me casé con ella. Se que fue en primavera y que me separé en enero del año siguiente. ¡Espera! lo mandé por e-mail a una amiga un tiempo después y ésta me lo reenvió el otro día, por eso lo he publicado..., deja que mire, eehh. Si, en mayo del 2008. Bueno, debió ser entre febrero y marzo de ese año ¿Qué opina? - se me escapó poniendo cara de habérseme disparado una pistola sin querer.
Me miró con una sonrisa socarrona, fingiendo simular de broma un reproche que solo mi edad y el dinero que le pagaba por sus consejos impedían que materializara con toda crudeza.
- Pues - se quedó silbando la ese con los dientes cerrados, la lengua apoyada en los inferiores, sin atreverse a decir lo que pensaba.
- ¿Puro kitsch? apunté tímidamente tratando de aliviar el mazazo siendo yo el que me lo propinaba.
-¿Qué sabes sobre el kitsch? me preguntó rápidamente cambiando completamente la expresión de su cara y el tono de voz.
- Poco, lo que le leí hace tiempo a Umberto Eco en uno de sus ensayos. La Estructura del Mal Gusto, en Apocalípticos e Integrados ¿Sensaciones enlatadas?
- Cierto, buena definición, conozco la obra. Analicemos el texto ¿Cuál es el mejor ejemplo de kitsch que encuentras ahora, seis años después?
- Pues me costaría trabajo decirlo, por la abundancia de candidatos al premio. Pero creo que se lleva la palma cuando dice que el viejo es él mismo cuarenta años después.
- ¡Exacto! ¿Por qué?
- Porque se lo pone fácil al lector, a la vez que le niega el placer de descubrirlo por él mismo.
-¡Bien! ¿Cómo lo enmendarías?
- No se. A ver... Creo que sencillamente quitaría esa frase. Lo dejaría en algo así como: Luís terminó entregándose y preguntó - Dime… ¿Cómo me… te ha ido?
- ¡Bueno! Desde luego me parece una mejoría ¿Qué has pretendido con ese cambio?
- Pues, pare empezar la historia tiene que provocar en el lector la imagen de una situación absurda, no decirla. Si es absurdo se debe ver por el contexto. Con el desliz del pronombre en la pregunta ya va implícita la idea de que Luis cree que el viejo es él mismo años después. La corrección y el verbo entregarse denotan que es consciente de lo absurdo de la situación. ¡Vamos! me parece a mí.
- Creo que vas bien. Sigue.
- Pues ahora que lo releo detenidamente, me doy cuenta de que todo es una basura. No hago más que decir lo obvio sin dejar espacio al lector para que genere sus propias impresiones. Aquí la cago bien cuando digo: ¡Joder! Si esto es absurdo, es absurdo, no me salgas ahora con cuentos de coherencias y demás sandeces… Que reconozca que la situación es absurda no autoriza a que él se sume al absurdo.
- ¡Correcto! El secreto de la fantasía está en su dosificación. Las historias recargadas de hechos fantásticos, como El Señor de los Anillos resultan infantiles. Uno no puede evitar preguntarse por qué Mazinger Z no tiraba los puños nada más avistar a su contrincante. Todos sabíamos que iba a acabar haciéndolo y se habría ahorrado una pasta en chapa y pintura. Las historias que perduran son las que racionan cuidadosamente las dosis de inverosimilitud.
- ¿Que quede la posibilidad de que todo haya sido un sueño?
- O una mentira cochina que es el elemento menos recurrido en la ficción y más abundante en la realidad ¿Por qué no reescribes la historia con esta nueva perspectiva?
- ¿Que quede la posibilidad de que todo haya sido un sueño?
- O una mentira cochina que es el elemento menos recurrido en la ficción y más abundante en la realidad ¿Por qué no reescribes la historia con esta nueva perspectiva?
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