- Pues no me acuerdo bien, fue recién separado de mi segunda mujer, creo. Pero lo cierto es que no sabría decirte el año en que me casé con ella. Se que fue en primavera y que me separé en enero del año siguiente. ¡Espera! lo mandé por e-mail a una amiga un tiempo después y ésta me lo reenvió el otro día, por eso lo he publicado..., deja que mire, eehh. Si, en mayo del 2008. Bueno, debió ser entre febrero y marzo de ese año ¿Qué opina? - se me escapó poniendo cara de habérseme disparado una pistola sin querer.
Me miró con una sonrisa socarrona, fingiendo simular de broma un reproche que solo mi edad y el dinero que le pagaba por sus consejos impedían que materializara con toda crudeza.
- Pues - se quedó silbando la ese con los dientes cerrados, la lengua apoyada en los inferiores, sin atreverse a decir lo que pensaba.
- ¿Puro kitsch? apunté tímidamente tratando de aliviar el mazazo siendo yo el que me lo propinaba.
-¿Qué sabes sobre el kitsch? me preguntó rápidamente cambiando completamente la expresión de su cara y el tono de voz.
- Poco, lo que le leí hace tiempo a Umberto Eco en uno de sus ensayos. La Estructura del Mal Gusto, en Apocalípticos e Integrados ¿Sensaciones enlatadas?
- Cierto, buena definición, conozco la obra. Analicemos el texto ¿Cuál es el mejor ejemplo de kitsch que encuentras ahora, seis años después?
- Pues me costaría trabajo decirlo, por la abundancia de candidatos al premio. Pero creo que se lleva la palma cuando dice que el viejo es él mismo cuarenta años después.
- ¡Exacto! ¿Por qué?
- Porque se lo pone fácil al lector, a la vez que le niega el placer de descubrirlo por él mismo.
-¡Bien! ¿Cómo lo enmendarías?
- No se. A ver... Creo que sencillamente quitaría esa frase. Lo dejaría en algo así como: Luís terminó entregándose y preguntó - Dime… ¿Cómo me… te ha ido?
- ¡Bueno! Desde luego me parece una mejoría ¿Qué has pretendido con ese cambio?
- Pues, pare empezar la historia tiene que provocar en el lector la imagen de una situación absurda, no decirla. Si es absurdo se debe ver por el contexto. Con el desliz del pronombre en la pregunta ya va implícita la idea de que Luis cree que el viejo es él mismo años después. La corrección y el verbo entregarse denotan que es consciente de lo absurdo de la situación. ¡Vamos! me parece a mí.
- Creo que vas bien. Sigue.
- Pues ahora que lo releo detenidamente, me doy cuenta de que todo es una basura. No hago más que decir lo obvio sin dejar espacio al lector para que genere sus propias impresiones. Aquí la cago bien cuando digo: ¡Joder! Si esto es absurdo, es absurdo, no me salgas ahora con cuentos de coherencias y demás sandeces… Que reconozca que la situación es absurda no autoriza a que él se sume al absurdo.
- ¡Correcto! El secreto de la fantasía está en su dosificación. Las historias recargadas de hechos fantásticos, como El Señor de los Anillos resultan infantiles. Uno no puede evitar preguntarse por qué Mazinger Z no tiraba los puños nada más avistar a su contrincante. Todos sabíamos que iba a acabar haciéndolo y se habría ahorrado una pasta en chapa y pintura. Las historias que perduran son las que racionan cuidadosamente las dosis de inverosimilitud.
- ¿Que quede la posibilidad de que todo haya sido un sueño?
- O una mentira cochina que es el elemento menos recurrido en la ficción y más abundante en la realidad ¿Por qué no reescribes la historia con esta nueva perspectiva?
- ¿Que quede la posibilidad de que todo haya sido un sueño?
- O una mentira cochina que es el elemento menos recurrido en la ficción y más abundante en la realidad ¿Por qué no reescribes la historia con esta nueva perspectiva?
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