viernes, 14 de agosto de 2020

Nos mudamos

 Si, no sé por qué extraña patología cerebral, usted sigue interesado en leer mis pobres escritos, nos mudamos a...

El Vuelo del Ganso


Nos vemos.

domingo, 12 de abril de 2020

Palada a palada cavamos nuestras propias fosas

No atina a comprender la torpe razón

penas que vienen a la chita callando,

golpes que llegan sin apenas silbar,

tumbas que abrimos sin sudor despacio.

 

¡Qué fácil el corazón se nos salta!

¡Qué rápido descuidamos la guardia

y prestos entregamos nuestras armas

en humillante y total rendición!

 

Atrás quedaron tiempos de héroes

dando sus vidas por los demás.

Atrás se olvidaron las batallas

pagando la dignidad con sangre.

 

Por alargar días mi vida

sin más batallar entrego

aquello que la hace vivible,

la ya muy escasa libertad.

 

Días, semanas, meses, años,

poco tiempo, ¿a qué precio?

Nuestra cobardía será

de los demás el sufrir.

 

Vivir no será vida.

Nacer para morir,

¡Ay! sin pena ni gloria,

hasta el último aliento.

 

Esos nuevos Dioses,

la Tierra e Igualdad, 

inmisericordes

nos aplastarán.

 

Mejor morir

que no vivir.

Mejor morir

que tener miedo.

 

Los esclavos

ni siquiera

dar la vida

ya podemos.

Cerrada
la verja
la vida
se acaba

Solo
queda
este
miedo.

Ya
es
el
Fin.

 

Por no tener principios claros en los que basar nuestras vidas, nos dejamos asustar como ese niño violado por un maestro, cura, entrenador o vecino, que calla su desventura con la burda amenaza del propio violador de contárselo él mismo a sus padres. Los mismos que fabrican y distribuyen los virus y bacterias nos acobardan haciéndonos sentir culpables por la muerte de nuestros mayores con el resultado de arruinar la vida de nuestros menores. Que cada Dios se apiade de sus siervos.

















domingo, 21 de abril de 2019

La belleza y la fealdad

¡Cuánta fealdad se esconde
bajo el brillo de la belleza,
Y cuánta belleza se oculta
bajo la costra de la fealdad!.

Quien afana con obsesiva pasión
la perfección glamurosa y bella,
Bajo su congelada juventud 
le termina naciendo una bestia.

Quien tolera en su alma la imperfección
en aquellas cosas propias y ajenas,
ve si no belleza al menos valor
en eso que otros tan solo desprecian.


Dorian Gray, personaje de Oscar Wilde, pactó con el diablo la eterna losanía a cambio de la decrepitud del alma. Esa degeneración del espíritu se manifiesta en la insaciable búsqueda del placer físico aportado por el sexo y narcóticos. La mayoría de la gente no llega a estos extremos por muchos motivos, siendo la incapacidad física y la falta de dinero dos de los principales. Pero la maldición de Dorian Gray no está reservada solo a los que se lanzan a esa licenciosa vida. La busqueda incesante de la elegancia, de la limpieza, del glamour tiene un precio también muy alto: el tiempo perdido en alcanzarlas y manternerlas, y la incapacidad de disfrutar de situaciones donde esos niveles de excelencia no se den.

A mi edad, cuando veo a una mujer bonita bien emperifollada, con ropa nueva, cara, todo muy conjuntado, a pesar de su evidente belleza física solo puedo pensar en el tiempo y dinero que ha dedicado para poder mostrarse así. Todo el encanto que ella quería provocar en mí, como parte de los demás, se desvanece. Seguiré deseando poseerla, pero dudo que pueda quererla.

jueves, 28 de febrero de 2019

El amor y el tiempo. Un cuento chino

Estudiando chino me topo con este bonito cuento. Como hace tiempo que no escribo aquí nada, trataré de traducirlo a modo de ejercicio literario. Vamos allá.

时间与爱

( El Tiempo y el Amor )

Erase una vez una pequeña isla en la cual vivían la alegría, la tristeza, el saber y el amor, así como otros sentimientos y emociones(1).

Un día estas criaturas escucharon decir que el islote estaba a punto de hundirse, por lo que todo el mundo fue a procurarse una embarcación pensando en abandonar la isla lo antes posible. Tan solo el amor decidió quedarse. Se empeñaba en aguantar hasta el último momento.

Pasado varios días, la islita de verdad empezó a hundirse lentamente. El amor también pensó en irse y se llegó hasta la orilla del mar a esperar. En ese instante justo la prosperidad pasaba por delante en un gran navío. El amor le pidió: "Señora prosperidad, ¿podrías llevarme contigo?" La prosperidad contestó: "No, mi barco está lleno con muchos tesoros de oro y plata, no hay sitio para ti." Acabando de hablar la prosperidad se alejó navegando en su barco. 

No pasó mucho tiempo cuando el amor vio a la vanidad llegar hasta lo orilla pilotando un hermoso barquito. El amor se dirigió a él requiriendo una vez más:  "Señora vanidad, ¡ayúdeme!". La vanidad sin ni siquiera pararse a pensar le rechazó: "Amor, lo siento, no te puedo ayudar. Tienes el cuerpo todo empapado, vas a ensuciar mi hermoso barquito". Dicho lo cual también partió.

Pasó otra vez un poco de tiempo. La tristeza y la alegría, uno tras otro, también se acercaron navegando a la orilla. Primero el amor imploró a la tristeza: "¡Ah tristeza, déjame abandonar esta isla contigo!". La tristeza le respondió llorando: "Yo estoy realmente muy triste. Deseo quedarme en silencio solo un rato. Lo siento, ve a pedirle a la alegría ayuda".

La alegría pasó navegando pero estaba demasiada contenta y, ¿quién lo diría? ni escuchó los gritos y súplicas del amor.

Cuando el amor ya desesperaba por no haber conseguido ayuda, de repente escuchó una llamada cariñosa: ¡Ven aquí, amor, deja que nos acerquemos a ayudarte a abandonar esta pequeña isla a punto de hundirse!". El amor se sintió muy extrañado. Le extrañó lo canoso y viejo que era quien le había hablado. Corriendo se subió a bordo del barco de madera del anciano. Cuando el barco atracó en otra costa, el anciano sigilosamente se fue.

Después de que el amor desembarcara, se llegó caminando hasta él un viejo leyendo un libro. El amor le preguntó: "Por favor, ¿quién es usted?". El viejo que leía respondió con amabilidad: "Yo soy el viejo conocimiento". El amor volvió a preguntar: "¿Ese anciano que me ha ayudado quién era?".
El conocimiento dijo: "¡Ah, era el vetusto tiempo!". "¿Ese viejo el tiempo?". Preguntó el amor sorprendido. "¿Por qué caramba me habría de ayudar el tiempo?".

Sonriendo respondió el conocimiento: "Porque sólo el tiempo comprende cuánto vales tú, amor". FIN.


__________________________________________________________________________

(1) El texto dice 感情 (gǎn qíng, sentimientos y emociones) lo que no cuadra bien con nuestro concepto de conocimiento y, como se verá más adelante, de tiempo. El tiempo, desde un punto de vista físico, es una entidad objetiva y, por lo tanto, independiente de nuestra psique. Pero ese tiempo no es el que normalmente tenemos presente. Todos sabemos cuán subjetivo es nuestra percepción del tiempo. Un retraso de varios segundos en la respuesta de tu ordenador se hace insoportable y sin embargo en la vida veinte años son nada.

lunes, 11 de febrero de 2019

Rimbombancia versus claridad


Uno de mis sueños es alcanzar la claridad, simpleza y elegancia en la escritura, cosa que se me resiste más de lo que podía imaginar. Pero al menos observo una mejoría en mi capacidad de percibir los vicios opuestos. En mi trabajo como profesor, al traducir párrafos de los libros que sigo en mi asignatura me encuentro con frecuencia párrafos como este:

Existence of part allows certain engineering analysis and planning activities to be accomplished that would be more difficult without the physical entity.

La existencia de una pieza permite que se lleven a cabo ciertos análisis ingenieriles y actividades de planificación que serían más difíciles sin la entidad física.

Parece decir mucho, pero lo único que dice es:

Con una pieza en las manos se pueden ver y pensar más cosas que sin ella.

El lenguaje, como el vestido de una mujer, mientras más simple más bello.
¿Es o no es? que dijo el gran danés.

domingo, 5 de agosto de 2018

Las dos maletas

Una mañana temprano de un domingo de agosto estaba como de costumbre en un velador del Cachet, bar donde suelo desayunar, acompañado solo por un parroquiano en la mesa de al lado cuando siento acercarse por la avenida de La Buhaira un ruido de maletas. Dejo de leer y espero a que aparezcan por la esquina quienes quieran que fuesen. En seguida aparece una pareja de jóvenes en dirección a Santa Justa. Ella estirada, con la barbilla ligeramente levantada, la vista fija al frente y marcando el pasa con decisión. Él a su lado pero retrasado unos cinco dedos, algo corvado al tener que arrastrar con ambas manos sendas maletas.
La imagen me arranca una sonrisa y, al pasar ellos de largo, llamo la atención de mi compañero de desayuno. Señalando hacia atrás con un ligero movimiento de nuca le digo.

- "¡Piss! la lleva clara el pobre, ¿ehn?"

A lo que él me contesta.

- "Como el del chiste que le preguntan, ¿tu mujer se casó contigo por amor o por interés?, y el tras pensarlo un poco responde: debe ser por amor porque interés muestra muy poco". 

Decía Mark Twain que la Historia no se repite pero sí que rima. No sé como serán las rimas de la Historia con mayúsculas, pero la vida de la gente rima con pareados consonantes machaconamente repetitivos.

domingo, 29 de julio de 2018

A mis soledades voy

Ya lejos en los días de mi bisoñez mi razón quedó prendada de este poema, presagio como tantos otros de lo que el fondo de la vida te reserva. 


Entonces me consideraba ajeno a los males de la soledad, teniéndome por hábil en el arte de hacer compaña, inconsciente como era de que la resbaladiza amistad se escapa de entre tus manos, a medias por lo escurridiza de ella, a medias por tu simple torpeza. Que no hay amigo fallido que tu no tengas parte en su pérdida.

Esto que puede sonar triste y melancólico no es más que una constatación de un hecho. La amistad es como todo lo esencial un bien escaso cuyo valor sigue la ley marginal de rendimientos decrecientes. Cada unidad que se adquiere tiene menos valor. Además como todos los bienes su mera posesión es costosa, y sobrepasado un cierto nivel su mantenimiento demanda más gastos que beneficios te reporta. La amistad hay que trabajarla, mimarla, dotarla, y eso es todo menos gratis.

Pero la soledad a la que voy y de la que vengo, cada vez con más frecuencia, es algo más profundo que la mera ausencia de compañía. Por suerte o por arte todavía tengo buenos amigos, no muchos pero buenos, y aunque echo de menos contacto carnal con mujer -besos, abrazos, caricias y demás- no es pareja lo que añoro, que la independencia y libertad que gozo es impagable.

La soledad que me envuelve viene de ser consciente de que comunicarse es casi imposible. Hablando no se entiende la gente. Las personas somos muy buenos mercaderes. Intercambiando bienes no tenemos problemas, pero malísimos debatientes, yo el primero. Pero también es la soledad de constatar que nada es como tú creías que era. No porque las cosas hayan cambiado sino porque ha cambiado tu punto de vista, tu percepción y es mayor la información de que dispones. De ahí que diga...


Volviendo a los versos que han despertado en mí estas reflexiones, hasta hoy mismo tuve a Antonio Machado por su autor, y no a Lope de Vega. Creo que no soy el único en este yerro. La versión truncada de Mocedades radia una sensación de introspección propia de un hombre dócil como quizás fuese Machado. La versión completa arroja una luz muy diferente, más acorde con la imagen que tenemos de un hombre del renacimiento(1), soldado y poeta.

A mis soledades voy,
de mis soledades vengo,
porque para andar conmigo
me bastan mis pensamientos.

No sé qué tiene el aldea
donde vivo y donde muero,
que con venir de mí mismo,
no puedo venir más lejos.

Ni estoy bien ni mal conmigo;
mas dice mi entendimiento
que un hombre que todo es alma
está cautivo en su cuerpo.

Entiendo lo que me basta,
y solamente no entiendo
cómo se sufre a sí mismo
un ignorante soberbio.

De cuantas cosas me cansan,
fácilmente me defiendo;
pero no puedo guardarme
de los peligros de un necio.

Él dirá que yo lo soy,
pero con falso argumento;
que humildad y necedad
no caben en un sujeto.

La diferencia conozco,
porque en él y en mí contemplo
su locura en su arrogancia,
mi humildad en mi desprecio.

O sabe naturaleza
más que supo en este tiempo,
o tantos que nacen sabios
es porque lo dicen ellos.

«Sólo sé que no sé nada»,
dijo un filósofo, haciendo
la cuenta con su humildad,
adonde lo más es menos.

No me precio de entendido,
de desdichado me precio;
que los que no son dichosos,
¿cómo pueden ser discretos?

No puede durar el mundo,
porque dicen, y lo creo,
que suena a vidrio quebrado
y que ha de romperse presto.

Señales son del juicio
ver que todos le perdemos,
unos por carta de más,
otros por carta de menos.

Dijeron que antiguamente
se fue la verdad al cielo;
tal la pusieron los hombres,
que desde entonces no ha vuelto.

En dos edades vivimos
los propios y los ajenos:
la de plata los estraños,
y la de cobre los nuestros.

¿A quién no dará cuidado,
si es español verdadero,
ver los hombres a lo antiguo
y el valor a lo moderno?

Todos andan bien vestidos,
y quéjanse de los precios,
de medio arriba romanos,
de medio abajo romeros.

Dijo Dios que comería
su pan el hombre primero
en el sudor de su cara
por quebrar su mandamiento;

y algunos, inobedientes
a la vergüenza y al miedo,
con las prendas de su honor
han trocado los efectos.

Virtud y filosofía
peregrinan como ciegos;
el uno se lleva al otro,
llorando van y pidiendo.

Dos polos tiene la tierra,
universal movimiento,
la mejor vida el favor,
la mejor sangre el dinero.

Oigo tañer las campanas,
y no me espanto, aunque puedo,
que en lugar de tantas cruces
haya tantos hombres muertos.

Mirando estoy los sepulcros,
cuyos mármoles eternos
están diciendo sin lengua
que no lo fueron sus dueños.

¡Oh, bien haya quien los hizo!
Porque solamente en ellos
de los poderosos grandes
se vengaron los pequeños.

Fea pintan a la envidia;
yo confieso que la tengo
de unos hombres que no saben
quién vive pared en medio.

Sin libros y sin papeles,
sin tratos, cuentas ni cuentos,
cuando quieren escribir,
piden prestado el tintero.

Sin ser pobres ni ser ricos,
tienen chimenea y huerto;
no los despiertan cuidados,
ni pretensiones ni pleitos;

ni murmuraron del grande,
ni ofendieron al pequeño;
nunca, como yo, firmaron
parabién, ni Pascuas dieron.

Con esta envidia que digo,
y lo que paso en silencio,
a mis soledades voy,
de mis soledades vengo.


Lope de Vega (1562-1635)


Pero si bien en aquellos ya lejanos años los versos que Mocedades cantaba me cautivaban sin aparente razón para ello, hoy en día son de plena aplicación. Mi cuerpo pocas alegrías me va a dar ya, y cada vez son más los días que paso conmigo mismo. Pero esta mi soledad mil veces la prefiero que la soledad de estar mal acompañado, porque "para estar conmigo me bastan mis pensamientos". Por suerte vivimos una época en la que es fácil, muy fácil leer y escuchar a personas que tienen mucho que decir de algo concreto y para ello no tenemos que movernos de nuestra casa. La aldea de Lope es casi ubicua y "con venir de mi mismo, no puedo venir más lejos". 

En el Gran Teatro del Mundo, las escenas finales de sus personajes nunca son felices ni gratas. En uno de esos días en que somos más sensibles al amargor de la soledad no puedo dejar de pensar en que...

La fiesta se está acabando,
lento volvemos a casa.
Sin saber cómo ni cuándo
solo por la calle pasas.

La noche fría  retumba
su silencio en el presente.
El hoy que no es sino tumba
de tantos sueños pendientes.

Si teatro es nuestra vida,
¡ha de haber autor tan vano!
Si nuestra vida es sueño
más valiera despertar.

Más valiera desechar
este alocado empeño
de alargar papel tan malo
para alejar la salida.

Pero que nadie se sobresalte. Todavía tengo muchas curiosidades que satisfacer y mientras este cuerpo que me encarcela me deje, seguiré estudiando por el mero placer de estudiar. Si me preguntan ¿para que estamos aquí? mi respuesta es clara: para nada, pero a mi me gusta estudiar ¿qué se le va a hacer?

____________________________________________________________________________

(1) Sé que Lope de Vega está considerado literariamente como barroco y no renacentista, pero como persona podría encajar en la tradición del Marqués de Santillana, Garcilaso, Cervantes, todos ellos hombres de guerra. Lope de Vega luchó en la Gran Armada en el intento fallido de conquistar Inglaterra.